El proyecto empezó desde el corazón en el año 2000. Iba a ser algo pequeño pero con carisma porque a medida que íbamos rehabilitando la finca nos enamoraban cada uno de los rincones, soñando como podían ser. Empezamos con 7 habitaciones y el restaurante y hemos ido ampliado paso a pasito
Cuando empezamos la rehabilitación la finca se encontraba en un estado total de abandono, ni agua, ni luz,…. un patio sin forma, una piscina de la década de los 80 de agua natural de río sin depurar que dicen los que la han probado que sus aguas cortaban digestiones de lo helada que estaba.
El edificio central se configura de una planta baja con 4 arcadas centrales donde se ubica el restaurante, la recepción y la sala de lectura y juegos. También en esta se alberga la cafetería pero ya de nueva construcción con techos de madera, que ahora estamos ampliando. El restaurante está presidido por una chimenea que durante el invierno da compañía y calor a los clientes que degustan nuestra cocina, fogones presididos por el chef Antonio Peláez y sala dirigida por el maitre Alfonso Bello, los dos con largos periodos de experiencia en estas artes. Paredes de piedra y bobedillas originales visten la estancia donde encontramos múltiples herramientas de antaño con las que nuestro antepasados usaban para vivir y hacen que nos transportemos a años anteriores.
En la recepción encontraremos una reproducción del mosaico de la Villa Lujanis, origen de la finca, en este mismo también un mural en relieve de Plinio, emperador de Segóbriga, punto de referente turístico de nuestra zona que sita a 3 min. de Casas de Luján. 
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